1*qw84Rsj6jmwzXnKH_2i-tA

por Iván Solís

Como si la crisis sanitaria y posterior crisis económica no fueran suficiente, nuestro país vecino ahora se encuentra hundido en medio de una crisis social severa. El detonante: George Floyd, un afroamericano asesinado por elementos de la policía de Minneapolis, Minnesota el pasado 25 de mayo. Una serie de injusticias, conductas inexplicables pasadas por alto y mala comunicación por parte de las autoridades en conjunto con un líder que fomenta la confrontación en todos sus discursos, han logrado hoy la situación extrema que se vive en territorio norteamericano. Cómo ha pasado en otras ocasiones; el caos se ha salido de control, se tendrán que aceptar errores cometidos, aprender de la situación, reinventarse y avanzar. Ojalá logren superar sus diferencias para pelear juntos, es la única manera. 

“Llega un momento en el cual el silencio se vuelve traición.” Martin Luther King

En paralelo, en México, también tenemos nuestras batallas por luchar actualmente. Comenzamos el regreso poco a poco a las operaciones y a la llamada Nueva Normalidad. Hay claros problemas de comunicación entre instancias federales, estatales y municipales, a eso se suman las dudas, “fake news”, la necesidad y un líder que constantemente está dividiendo en todos sus discursos, y se obtiene la incertidumbre actual. Lo que queda claro es que la economía no estaba lista para otro mes más detenida y tenemos que avanzar, pero es importante avanzar tomando los cuidados correspondientes o de poco servirá. Las reglas han cambiado, desde el home office hasta los hábitos de consumo y con la incertidumbre también se abren oportunidades. Hemos comenzado la reconstrucción. Podríamos aprovechar para resolver temas del pasado que no necesitamos de regreso.

Hay que hablar de la crisis sin miedo, evitarlo no hará que desaparezca. Hay algunas empresas que resultaron ganadoras, una mayoría que quedaron heridas, algunas más que se resisten a morir y muchas que no sobrevivieron. Desde esta realidad comenzamos el regreso a la “normalidad”. Otro hecho es que esto apenas empieza, pero tenemos ventajas en conocimientos, información y comunicación que nunca se tuvieron frente a una situación así en el pasado. Hay argumentos para ser optimistas, pero ninguna de esas herramientas funcionará por si sola. Las circunstancias traerán consigo desesperación en todos los niveles, desde empresarios hasta empleados. Habrá tentaciones en el corto plazo que serán atractivas, pero tenemos que lograr evitar ese círculo vicioso. La competencia desleal siempre tendrá como consecuencia la pérdida de oportunidades en el largo plazo y el desarrollo. La presión no es evitable, pero la desesperación si. Debemos enfocar nuestra energía en encontrar nuevos caminos, o mejorar la manera en que recorremos los actuales, no en seguir topando con los mismos muros esperando que algún día se rompan.

“Siempre existe una mejor manera de hacerlo. Encuéntrala.”  Thomas Alba Edison

Chan Kim y Renneé Mouburgne nombraron en su libro “Estrategias de los Océanos Azules” los mercados más comunes, abarrotados y agresivos cómo océanos rojos. En contraparte, aquellos mercados poco conocidos o “nuevos”, sin tanta competencia y con capacidad de participar, como océanos azules. Lo más común es entrar a donde está la gran mayoría, hasta nos acostumbramos a lo malo por creer que no hay nada mejor. Los autores mencionan que para dejar de navegar en mares complicados y encontrar buen clima debemos concentrarnos en las siguientes acciones:

  • Aumentar: Aquellos valores para que queden por encima de los de la industria. 
  • Eliminar: Factores, por los que la industria ha competido mucho.
  • Reducir: Factores por debajo del de los estándares de la industria. 
  • Crear: Factores que la industria nunca ha ofrecido.

Existen palabras en el idioma castellano que por su cadencia, tañido o exquisitez pueden influenciar la percepción que tienen otras personas hacia nosotros en el momento que las pronunciamos. Son tan poco utilizadas que resultan atractivas y nos envuelven en un aura, efímera pero inefable, de sofisticación. En el ámbito laboral este recurso es muy utilizado en reuniones de negocios, comidas entre colegas para cambiar al mundo o presentaciones de venta. Lamentablemente la mayoría de estos conceptos no vienen acompañados con demasiado desarrollo y es raro que se puedan llevar a la implementación. Un ejemplo claro de este tipo de palabras es la COOpetencia. Por su propia naturaleza parecería que desafía las leyes de la física (hasta el word la marca como incorrecta), pero existen ejemplos que nos demuestran lo contrario. Este tipo de conceptos hoy más que nunca nos pueden ayudar a levantar no solo empresas, si no industrias enteras, si es que se logran desarrollar. Un plan de este nivel requiere, más allá de los temas estratégicos que son por si solos complejos, un golpe directo al ego de los líderes. He ahí el verdadero reto.

Andrés Oppenheimer, en su libro “¡Crear o Morir!”, nos da un gran ejemplo de coopetencia cuando entrevista a Gastón Acurio acerca de su influencia en el posicionamiento de la cocina peruana a nivel mundial. Gastón entendió que mas allá de competir con otros chefs por un pequeño lugar en el mercado nacional, había una manera de coopetir entre todos por un gran lugar en el mercado mundial. “La diferencia es que nosotros no abrimos un restaurante, generamos un movimiento. No están hablando solo de un cocinero, si no de muchos cocineros que tienen un diálogo entre si. Nosotros no competimos, nosotros compartimos. Al principio era difícil, ¿Qué abunda? La desconfianza. El ego. La vanidad. Pero, entendimos que eran nuevos tiempos. Si te quedas con una receta, se muere contigo. Si compartes una receta y se hace famosa, vives hasta que ella muera. Juntos teníamos mucho más poder que separados. Si ya existía la cocina japonesa, mexicana, americana, ¿Por qué no la peruana? Eso no lo podíamos hacer por separado. ¿Hubo fracasos en el camino? ¡Muchos! Pero el objetivo nunca se perdió. Derribamos el muro de lo tradicional, sin perder la esencia. Nosotros tenemos como primera misión en la empresa, desarrollar la cocina peruana en el mundo. En lugar de promover la marca “X nombre de restaurante” lo que hacemos todos es promover la marca “Perú”. Dejamos de pelear por migajas.”

La coopetencia mantiene una relación estrecha con un término mucho más popular, aunque igual de desaprovechado, alianzas estratégicas. En situaciones complicadas es cuando las alianzas y relaciones pueden darnos el tanque de oxígeno tan necesitado o mostrarnos un camino antes ignorado. Es el momento de usar las redes sociales, los cientos de “amigos” y seguidores para alcanzar nuevas audiencias o prospectos. Perder el miedo y la vergüenza del “que dirán” a cambio de clientes o proveedores que nos ayuden a llegar a objetivos. El amigo, el hermano, la tía, el suegro, el primo, la vecina, la cuñada, el maestro, la colega, el excompañero, la exjefa, el del gym y hasta aquellos conocidos que hemos estado ignorando con éxito hasta ahora. No se trata solo de usar las relaciones, se trata de llevar esa relación al siguiente nivel por medio de acuerdos que traigan ventajas para ambos. Es un compromiso mutuo, del cual ambos podemos sacar provecho. Jamás confundir con favores o “ayuditas” que pueden terminar peor. Existe una gran razón para comenzar a trabajar en nuestras relaciones estratégicas que hoy le dan mayor valor que cualquier otra herramienta de negocio. No tienen costo. Si acaso tiempo y arriesgar el ridículo o el rechazo. Tomando todo en cuenta, me parece una apuesta sumamente realizable.

El contexto actual nos tiene divididos por razas, sexo, creencias políticas, niveles socioeconómicos y religiones. Estamos en medio de una crisis sanitaria y económica que nos invita todavía más a perder la conciencia tribal y que “el más fuerte sobreviva”. ¿Porque no ser de esos raros que se unen, comparten y ganan juntos? ¿Por qué no buscar alianzas estratégicas con clientes y proveedores? ¿Por qué no acercarse a esas personas que se extrañan? ¿Por qué no…?