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por Arturo Solís

Actualmente la mayoría de las personas que laboran en una empresa u organización cuentan con un aparato telefónico inteligente, comúnmente llamado Smartphone. Esto les permite estar conectados con el mundo en todo momento. En el año 2009 la empresa Whatsapp Inc. es fundada, sacando al mercado la aplicación Whatsapp. Esta aplicación de mensajería instantánea tenía como diferenciación que usaba la libreta de contactos del teléfono directamente. Actualmente Whatsapp tiene más de 1.500 millones de usuarios a nivel mundial y es la aplicación de comunicación más utilizada.

“De acuerdo con INEGI el 74.8 en México adquieren un teléfono celular y 3 de cada 4 usuarios de telefonía celular en México tiene un Smartphone.”

Con la revolución de la información y comunicación que hemos vivido desde la llegada del internet las empresas han logrado solucionar problemas que antes parecían imposibles. Decisiones que antes tomaban semanas ahora pueden resolverse en cuestión de minutos. Análisis complejos que antes tomaban meses ahora se pueden realizar en semanas o días, con mayor veracidad. La información fluye en segundos por todas las áreas de la empresa y es utilizada en tiempo real por todos los usuarios que la necesiten. Tanto entre colaboradores, como hacia los clientes, la comunicación directa se ha vuelto una necesidad en la actualidad. Las respuestas se esperan en cuestión de minutos y herramientas de comunicación facilitan y potencializan este tipo de acciones. Incluso las redes sociales, nacidas para interacción de personas comunes, ahora son una herramienta clave en cualquier plan comercial empresarial.

Por otro lado, también existe el mal uso de la tecnología. Muchos empleados, no respetan el buen uso que se les pueden dar y terminan por explotarlas fuera de su uso ideal. Aprovechando esta oportunidad para comunicarse con sus familiares y amigos en momentos de trabajo, o con sus compañeros de trabajo, con tal de que su tema a tratar no sea escuchado por los demás. Ahora hasta la comunicación de jefe a subordinado se lleva a cabo de esa misma manera en algunas empresas. Se podría discutir la calidad de la comunicación o poner el peligro valores como la confianza, la integración, el trabajo en equipo. De la misma forma, así como es criticado el cambio que ha existido en las familias al estar reunidas en la mesa, que gracias a estos aparatos su comunicación es casi nula, también algunas empresas están sufriendo lo mismo. Tarde o temprano, de no ser moderado, eso puede llevar a las empresas a su desintegración, relajar el ambiente laboral, bajar la productividad, que la comunicación interna dentro de la empresa se vea afectada y por lo tanto sufrir afectaciones en alcanzar los objetivos de la organización.

“Según el Web Index, México ocupa el 3er lugar a nivel mundial en tiempo promedio dedicado a las redes sociales con 3.4 horas al día.”

La ironía de la comunicación es que podemos ser inmensamente eficientes gracias a ella o tremendamente ineficientes por “culpa” de ella. Las posibilidades que nos presenta la tecnología son infinitas y principalmente pensadas en facilitar procesos actuales, pero cada herramienta depende de las personas que la utilizan y sus motivadores muy específicos.  La verdadera batalla a librar no es necesariamente prohibiendo su uso, si no educando a los usuarios de sus ventajas y desventajas.

“México ocupa el 1er lugar en horas trabajadas a nivel mundial, pero ocupa el lugar 52 en productividad laboral.”

En conclusión, la intensión de este comentario no es negarse o estar lejos de los cambios en la tecnología y que resultan, con medida, en una gran ayuda en el desempeño de las funciones laborales. Es con la intensión de atender y buscar mediar su uso. Pues de seguir así, dando todas las libertades a sus empleados, seria en perjuicio en el desempeño de sus responsabilidades y por consecuencia afectación en los resultados de la empresa. Debemos fomentar el avance tecnológico en los procesos de la organización, pero no podemos deslindarnos de la responsabilidad de moderar y controlar el uso para evitar el daño colateral.